Javi Salgado ya no jugará más al baloncesto profesional, como ya no lo hacen otros grandes jugadores de su generación. Se podía intuir que su segundo ascenso a la ACB iba a ser su último servicio al Bilbao Basket porque el rol que le iba a esperar la próxima temporada ya lo había conocido y en ningún modo podía satisfacer su afán competitivo ni hacer justicia a su trayectoria. Salgado ha elegido el mejor momento para dejarlo, lo que no suele ser sencillo entre los deportistas de élite. Él mismo se debía una última temporada de disfrutar, de ser protagonista, y la ha tenido hasta el punto de ponerle broche en un Miribilla abarrotado, algo que también le debía el baloncesto.

Porque Salgado tuvo que perderse a su pesar los años más exitosos y aparentemente brillantes del Bilbao Basket, que no los mejores, al menos según mi punto de vista. En este sentido, él ha representado a la perfección a un Bilbao Basket cercano, accesible, pegado a la realidad que le rodea y humilde, virtudes que no están reñidas con la ambición o la competitividad. Porque Salgado ha sido lo que la mayoría de los aficionados de Bizkaia han querido ser: ese jugador surgido de los campos de Bizkaia que llega a jugar en el principal equipo de la provincia. Nadie en la historia ha representado al baloncesto vizcaino mejor que Javi Salgado, por más que otros jugadores hayan acumulado un mejor palmarés. Porque Salgado se formó entre todos nosotros, compitió contra nosotros, decidió marcharse para abrirse camino y regresó para llegar a lo más alto cuando muchas veces pareció la parte más débil. Por eso, le obligaron a salir de nuevo, pero él demostró que los débiles eran otros y en su segundo regreso volvió a tomar el mando y la responsabilidad.

El problema es que todo este trayecto ha durado veinte años y en este tiempo no ha salido otro Javi Salgado, Bizkaia y el Bilbao Basket no han sido capaces de crear más jugadores como él que sean capaces de establecerse en la élite. Por eso, su retirada deja un vacío grande en el vestuario de Miribilla porque era un capitán modélico y un deber ineludible para el futuro. El Bilbao Basket y el baloncesto vizcaino, sus clubes y sus entrenadores, deben encontrar la manera de que no tengan que pasar otros veinte años para que aparezca el relevo para un jugador que, mientras no se demuestre lo contrario, va a ser irrepetible. No por cuestiones técnicas o tácticas, sino porque es ese tipo de jugador al que se puede tocar, siempre receptivo y dispuesto a colaborar, pero también que ha salido de las mismas entrañas de Bizkaia y que a golpe de sacrificio, de voluntad y de talento ha llegado a jugar casi 700 partidos como profesional sin que nadie tenga una mala palabra para él.

Por suerte, Javi Salgado seguirá dentro para contribuir a que el Bilbao Basket recupere aquellas virtudes que se fueron extraviando y demuestre en esta segunda oportunidad en la ACB que puede hacer las cosas de otra manera para seguir agarrado a su entorno. Después de veinte años, muchos se habrán dado cuenta de que no hace falta buscar muy lejos para encontrar las respuestas y las soluciones. Por eso, hacen falta más oportunidades para que surjan muchos más Javi Salgados que nos representen a todos.