Ha sonado clic cuando he cerrado el ordenador y con ello una etapa de 30 años. Ha pasado tanto tiempo que me he dado cuenta de que vi debutar a Javi Salgado y le he visto despedirse. Pero antes vi debutar y despedirse a otros. No sé si será definitivo, pero ha sonado clic por pura desmotivación, la que produce sentir que he perdido mi sitio en esta profesión cada vez más vulgarizada y precarizada, que eleva la anécdota a la categoría de acontecimiento mundial y aparta a los periodistas para abrazar las redes sociales y construir un periodismo de garrafón, el que replicar mensajes ajenos sin un ápice de elaboración y apremiado por las urgencias. Nunca he creído que el periodista deba ser el protagonista, pero ahora parece que triunfan quienes buscan la notoriedad, quienes siempre están dispuestos a dar su opinión, aunque sea de algo que ni siquiera les incumbe.

No reconozco nada del periodismo que conocí la primera vez que pise una redacción y no sé si voy a ser capaz de adaptarme en lo que me queda. Este periodismo te ancla a una silla o a un sillón y te aleja del lugar donde se producen los hechos, salvo a algunos pocos privilegiados y algún aventurero que se lo puede permitir. Te obliga a seguir los acontecimientos por la televisión y a veces ni eso es posible, con lo que se pierden muchos de los elementos necesarios para emitir un buen juicio. Mi visión del periodismo puede parecer muy negativa, incluso exagerada, para los compañeros y las compañeras. Pero a ella contribuyen unas condiciones que no recompensan la dedicación y la experiencia y solo conducen a la pura supervivencia. Así que desde hoy soy agente libre, por seguir con el lenguaje de baloncesto, para explorar si es posible seguir haciendo lo que hago de otra manera y bajo otras premisas que me permitan seguir aprendiendo y mejorando por ser dirigido, corregido, alabado o criticado.

Lo normal sería empezar a echar el currículo, como se ha hecho toda la vida, pero no sé si va a ser eficaz. Esta reflexión, tamizada por el pudor de hablar de uno mismo, puede llegar a más gente y de forma más eficaz que acudir a esos portales de trabajo en los que al periodismo se le incluye en los mismos epígrafes que a las peluquerías o los vendedores de cualquier cosa. Además, ahora hay que sortear obstáculos, pasar filtros y abordar a intermediarios para muchas veces recibir negativas, como me ha ocurrido este verano. Después de 30 años y tras mil favores realizados, esto resulta aún más frustrante porque significa que te siguen viendo con desconfianza y te impide hacer algo diferente, algo que te saque de la aburrida rutina. Al final, pagan justos por pecadores y en torno a los deportistas se crean barreras de protección para defenderse de enemigos equivocados.

En fin, que ha sonado clic en mi ordenador y en mi cabeza, que necesita una desconexión, una limpieza de duración indeterminada, una actualización. Esta es la explicación a que en las próximas semanas no se me vaya a ver donde se me ha visto en los últimos años. Estoy dispuesto a escuchar a quien crea que le puedo ser útil, siempre que no sea gratis, claro. Nunca he aspirado a ser The Best porque conozco mis limitaciones, solo quiero recuperar mi sitio. Y sin ánimo de ofender.